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El Triatlon de Alpe d´Huez, otro rollo

Motivaciones para volver a una prueba distinta.

Alberto_BravoAlberto Bravo, especialista en triatlones de alta montaña, regresará a una prueba que le impactó en su única participación, él mismo nos habla de la prueba desde su punto de vista..

Es otro rollo, otra historia, algo diferente, incatalogable. No es un Ironman, ni mucho menos un triatlón sprint, ni el habitual olímpico. No requiere una preparación específica, pero tampoco puedes “acudir con lo puesto”. La cabra suele quedar relegada por la bicicleta convencional… Estamos hablando de un triatlón diferente, un triatlón único, que incluye la ascensión al puerto más mítico de la historia del ciclismo, en el corazón de Europa. Estamos hablando de Alpe D’huez Triathlon.

Hace tres años participé en él con dos compañeros de club. Mis cualidades eran (y son) más de escalador que de rodador, pero no me esperaba que esa prueba fuera un punto de inflexión tan grande en mi vida triatlética. Allá por Julio de 2011, venía de una fisura en las costillas, típica lesión no especialmente grave, pero que tarda mucho en desaparecer y no te deja entrenar con comodidad. En principio, la competición era lo de menor importancia, así que aproveché la semana de estancia alpina para entrenar, valorándolo más que el “tapering” para la competición. Así, subí varias veces el mítico puerto, probando desarrollos, conociéndolo, queriéndolo, sufriéndolo, mimándolo, soportándolo, disfrutándolo y finalizando en él una entreno de 130 kilómetros y más de 3000 metros de desnivel positivo, Galibier incluido.

La prueba fue un bonito sueño del que nunca quieres despertar. Nadar en el Lago de Verney, con el agua azul celeste, azul puro, agua del que no te importa tragar en el paso por boyas. Salir de ella y verte rodeado por la inmensidad de los Alpes, que te intentan atrapar y empequeñecer en sus estrechos valles. Y rodar, rodar sin saber muy bien como se subirá el Alpe d’Huez en competición, sabiendo que luego hay que correr. Ese fue el mejor momento (lo suele ser para mí). Tú, tus piernas, y tus manos y pedales como puntos de unión a la bicicleta, y la fuerza continua y constante que debes ejercer sobre ellos para poco a poco, progresivamente, ascender, elevarte, crecer, si, crecer en altura, desde los 800m hasta los 1800 metros en un esfuerzo continuado contra una carretera que no da tregua ni respiro. Después de cada una de sus 21 curvas se sigue elevando con la misma pendiente a pesar de las plegarias y suplicas internas para que disminuya ligeramente el porcentaje de desnivel, y así, poder bajar un piñón.

Poco antes de coronar me adelantó el dorsal 5, lo que me insufló moral para crecerme y para disfrutar de una carrera por las verdes praderas alpinas, gran contraste con el amarillo veraniego castellano de mi tierra. Una carrera que no quería que acabara nunca, pero finalizó, exactamente en la posición 32, totalmente inesperada, increíble para mí.

“Tengo que volver para hacer el largo” Esas fueron mis palabras al finalizar, orgulloso, radiante, contento, feliz como pocas veces, la prueba. Han pasado 2 años y medio, y parece que en menos de 5 meses volveremos a estar cara a cara con el coloso alpino, con el triatlón en estado puro.

Escrito: Alberto Bravo

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