La importancia de los pedales para evitar lesiones
El uso de un pedal adecuado te ayudará a lograr la eficacia de la pedalada y prevenir lesiones.
Hoy en día prácticamente nadie pone en duda el uso de pedales automáticos para entrenar y por supuesto competir en bicicleta (excluyendo alguna modalidad como el BMX). En ciclismo de carretera su uso es indiscutible desde que el los 80 la marca francesa LOOK introdujese la tecnología proveniente de las fijaciones de los esquís en los pedales. Bernard Hinault ganó el Tour del 85 con ellos y ya no habría marcha atrás.
Para el neófito que solo ha utilizado la bici como medio de transporte o paseo con pedales convencionales y calzado deportivo o de calle la sensación inicial puede intimidar un poco, pero ese miedo inicial en seguida se transforma en control y seguridad. La eficiencia en la transmisión de potencia a las bielas a través de una suela rígida unida firmemente a los pedales es indudable, por no hablar de la capacidad para cambiar de ritmo o emplearse a fondo sin miedo a que el pie se escape del pedal.
Existen diferentes sistemas de fijación, todos ellos cumplen su función con solvencia y son igualmente eficientes, si bien el sistema de enganche y desenganche varia sensiblemente de unos a otros y es conveniente familiarizarse bien con el que se va a utilizar, en especial si se cambia de uno a otro, de forma que la maniobra se haga intuitivamente, sin pensar, en una fracción de segundo.
El ciclismo es un deporte en el que las lesiones son fácilmente evitables. Al no haber impacto, siempre que nos aseguremos de que nuestros músculos y articulaciones trabajan dentro de sus rangos de movilidad a través de una posición correcta sobre la bici, si no realizamos aumentos desproporcionados de la carga de trabajo y no nos caemos, estaremos seguros.
En este sentido, la colocación correcta de los pedales automáticos es crítica, ya que al fijar los pies en una posición inamovible, si esta no es correcta termina provocando algún problema en rodillas, tobillos o caderas.
Uno de los requisitos de partida, al ser la superficie de apoyo de los pedales automáticos más pequeña, es que la suela de la zapatilla sea suficientemente rígida. No es necesario irse a los modelos tope de gama con suela ultrafirme, pero si es importante que esta no ceda, que no notemos el pedal en ningún punto del pie, sino que parezca que pisamos con toda la suela firmemente en el suelo.
La cala tiene tres ajustes fundamentales: longitudinal, lateral y angular. Longitudinalmente el eje del pedal debe situarse a la altura de la articulación del primer metatarso (el dedo gordo). Algunos autores aconsejan una posición algo más retrasada, entre el eje del primer y el quinto metatarso, e incluso más, llegándose al extremo de colocarla a mitad del pie, bajo el arco. En mi experiencia, especialmente con triatletas, colocar la cala lo más atrás que permite la zapatilla es la forma de minimizar problemas.
El ajuste lateral debe corresponder con la anchura de caderas del deportista, el nivel de desplazamiento que permite la cala es muy pequeño, por lo que en determinados casos será necesario actuar sobre la longitud del eje del pedal o sobre las bielas para ajustar el llamado Factor Q. Finalmente está el ajuste del angulo del pie, que hará que pedaleemos con el talón hacia dentro o hacia fuera. Este parámetro es importante ya que afectará bastante a como trabajen nuestras rodillas. Aquí hay que huir de modas o de fijarse en nuestro ciclista favorito y asegurarse de que la posición es correcta y pedaleamos de forma natural, ante la duda lo mejor es recurrir a un profesional.